CUANDO TOCA DECIR “ADIOS” A TU PSICÓLOGA

Al final siempre llegan las despedidas. En el proceso terapéutico no es distinto. También llega el final de nuestras sesiones y también llegan las despedidas. Cerrar las sesiones de forma adecuada y en el momento oportuno es crucial para la psicóloga como para el cliente. Si no se hace de forma apropiada puede generar problemas, pero si se hace de forma ajustada, puede ser una gran oportunidad para afianzar el cambio y poner un broche de oro a la relación terapéutica.

Tanto si estás ahora mismo en un proceso terapéutico, como si nunca has estado, pero te gustaría conocer un poco más cómo trabajamos, este artículo va a serte muy útil e interesante.

La importancia de saber cuándo llega el final

Saber cuándo se puede acercar el final del proceso terapéutico es una de las competencias que debe atesorar una psicóloga. Ningún verdadero profesional va a alargar las sesiones más de lo que debe considerar apropiado según el caso y va en contra del código deontológico de la profesión.

Según el cumplimiento de objetivos propuestos para la terapia y los avances observados a lo largo de las sesiones, la psicóloga informará al cliente con suficiente antelación de que se acerca el final del proceso terapéutico.

Saber que se acerca el final también prepara al cliente para este proceso de cierre. Por lo general y para que la intervención sea plenamente satisfactoria, la relación que se establece entre terapeuta y cliente, sin dejar de ser una relación con un profesional, conlleva unas cualidades significativas. Dedicar un espacio a la finalización de la relación terapéutica ayuda al cliente a procesar esta despedida.

La despedida también forma parte del trabajo para el cambio

Las reacciones del cliente ante la anticipación pueden dar información sobre si la intervención realmente ha sido fructífera o si hay aspectos que no se han tratado y que pueden ser relevantes. Afrontar ese proceso de finalización puede servir para detectar dificultades a trabajar.

Aun yendo todo según lo esperado, en las sesiones de cierre se trabajan aspectos necesarios para asentar el cambio tan valiosos como el resto de la intervención. En estas sesiones, el cliente hace un repaso sobre las herramientas obtenidas. Reafirma sus nuevas creencias y su nueva forma de afrontar la vida. Se anticipan posibles contratiempos que puedan surgir y que preocupen al cliente y, si es necesario, se planifica cómo afrontarlos.

Posibles problemas por acabar de forma abrupta

Como ves, lo que se trata en las sesiones de finalización del proceso terapéutico son esenciales. Por tanto, no es de extrañar que, si se terminan las sesiones de forma repentina, puedan surgir efectos indeseados. Una finalización inadecuada podría provocar en el cliente: una sensación de abandono, inseguridad, angustia y ansiedad por no sentirse totalmente preparado, etc.

Por supuesto, el cliente mantiene el derecho de dar por finalizadas las sesiones cuando considere oportuno. Sin embargo, es recomendable que informe con antelación a la psicóloga.

Celebrando el final

Tal vez lo más importante de alcanzar el final del proceso terapéutico es precisamente el hecho de haber llegado hasta ahí. Llevar a cabo el cambio que se buscaba o se consideraba necesario es motivo de celebración.

Por ello, la última sesión es una experiencia positiva, una despedida feliz por lo que significa haber llegado hasta ahí. Es una oportunidad para expresarse la satisfacción y la gratitud por ambas partes de la relación psicóloga-cliente. Una celebración por el camino recorrido en compañía.

Cómo cuidar la confianza con nuestros hijos

Seguro que para ti es esencial que alguien que consideras tu referente o guía sean alguien en quien puedas confiar. ¿Quieres ser un referente o una guía para tus hijos? Entonces la confianza no puede faltar en vuestra relación.

En muchas ocasiones, la falta de confianza en el espacio familiar es lo que dificulta la comunicación y facilita la inseguridad de nuestros hijos. Cómo interactuemos con ellos en situaciones cuando, por ejemplo, han cometido un error, puede ser una gran oportunidad para aumentar su confianza en vosotros o debilitarla.

La confianza entre ambos es mucho más que contarse las cosas. Ser un referente de seguridad para tu hijo o hija implica que pueda compartir contigo sus dificultades. Pero también implica que se muestre tal como es sin miedos. Esto impacta directamente en la autoestima de tus hijos.

¿Cómo alimento esa confianza?

Para generar esa confianza hay que atender a diferentes aspectos que en el día a día se nos pueden estar escapando. Tus hijos pueden notar intentos falsos de mostrar confianza que hagan que en situaciones futuras se muestren recelosos. Hay que tomar actitudes concretas frente a nuestros hijos y tomar una auténtica implicación. A continuación enumeramos diferentes formas de crear y cuidar esa confianza:

  1. Confía en tu hijo/a: Puede que sea tan obvio que se nos escape, pero si quieres transmitir a tu hijo que puede confiar en ti, debes confiar en él. Confía en sus capacidades. Piensa en todas esas cosas que ha logrado, en las que puede hacer por él mismo y en sus aspectos más positivos.
  2. No sobreproteger: En relación directa con lo anterior. Si confías en tu hijo/a, permite que actúe. Dale su espacio y su rol activo en la familia. Seguro que tiene muchas cosas que aportar. No tengas miedo a que se equivoque y pueda sufrir de alguna manera. Es mejor que se haga responsable acorde con su edad. Si se equivoca, es una gran oportunidad para que aprenda que no pasa nada por ello y que hay que seguir adelante.
  3. Corregir sus errores sin que se sienta juzgado: Señalar sus errores y acompañarles para mejorar es también una responsabilidad como padres. Pero hay que hacerlo de forma constructiva. Debes olvidarte de hacerle culpable y centrarte en hacerle responsable. Es su responsabilidad actuar correctamente o hacer las cosas lo mejor posible. Pero tampoco sirve de nada martirizarlo y va a destruir su confianza en ti y su autoconfianza. En definitiva, cuando le corrijas debes procurar que sea en positivo, que salga con ganas de mejorar y no se sienta criticado.
  4. No le compares con otros: En una sociedad basada en la competencia es común que nos comparemos con otras personas. Ellos también están siendo comparados constantemente por las notas académicas. A veces usamos la comparación con la intención de motivarles: “si Pepito puede hacerlo, ¿por qué tú no lo haces?”, “si tu hermana lo consigue, tú también tendrías que conseguirlo”, “mira lo bien que se porta tu primo y tú no lo haces”. Compararse con cualquier otra persona siempre es injusto e improductivo. No tiene sentido. Cada persona parte de un punto distinto y tiene un camino distinto que recorrer. Compararle solo va a debilitar su autoestima y su confianza en ti.

Aplicando estas breves pautas en nuestra interacción con tus hijos va a mejorar su confianza en ti y por lo tanto vuestra comunicación y seguridad en el ambiente familiar. Contar con un referente seguro es un gran apoyo para los obstáculos de la vida y una gran fuente de autoconfianza y seguridad en sí mismos. En definitiva, confía en él/ella, confía en ti como padre/madre y confiará en sí mismo/a.