Los Verdaderos Regalos de la Navidad

Nace la Ilusión: del Deseo a la Realidad Concreta

Cuando un niñ@ tiene un deseo, es porque de alguna manera siente ilusión por conseguir algo. El deseo nos ofrece la posibilidad de ser conscientes de nuestros propios recursos y capacidades para conseguir una meta. El conseguir una meta requiere, o al menos debería requerir, de una dosificación de tiempo, como la paciencia, así como una aceptación de la realidad que nos envuelve, de sus limitaciones, requiere asumir la valentía para mantener la firmeza en la esperanza, y requiere el aprendizaje de ser constante. De esta manera el deseo y la ilusión se expresan de una manera sana y enriquecedora.

Cuando la Navidad llega, está claro que, para los niños aparte de ser una época de divertimento y felicidad, provocadas por las propias vacaciones escolares, es un momento donde sus entornos familiares se vuelcan con ellos, sobre todo desde el punto de vista material.  Desde la sociedad les llegan miles de estímulos, desde meses antes y que les recuerdan las fechas mágicas en las cuales serán inundados de regalos.

¿Pero que nos sugiere esta situación? La mayoría de los niñ@s nacen ya teniéndolo todo a un nivel puramente material, sólo por el hecho de que sus padres necesitan saber que están “haciendo todo lo que pueden” por ellos, así de esta manera se sienten menos culpables de no dedicarles “su precioso tiempo”. ¿Para qué tantos juguetes? El niño necesita tiempo y al niño de hoy le sobran cacharros con lo que jugar, todo tipo de cachivaches tecnológicos, le sobran actividades por hacer en su rutina diaria, les sobran relaciones superficiales, ropa, material de todo tipo. El niño de hoy en día se encuentra sobresaturado de todo esto y lo único que realmente desea si se pudiese encararse al adulto y decirle “oye por favor, yo lo único que realmente necesito es que me escuches, que te inventes un cuento que sea único para que pueda imaginármelo, que me des un abrazo al llegar a casa, que cuando te diga que me gusta pintar lunas, te sientes a mi lado y las pintemos juntos, porque en realidad a mi no me importa si pinto en un papel de mayor calidad, sino lo único que deseo es que dejes llevar tu mano desde tu corazón y que traces una línea y que riamos juntos porque quizás ya no te acuerdes de pintar lunas, porque quizás te salen mejor los soles y entonces nos miremos a los ojos y decidamos dibujar un paisaje nuevo y pintemos un bosque con duendes de colores”.

 ¿Qué quieren nuestros hijos?

Nuestros peques saben lo que quieren, lo que les ocurre es que nosotros les confundimos, porque hace un tiempo, nosotros los adultos, cuando desconectamos de nuestro niño interior, olvidamos que preferíamos disfrutar de una tarde de sol en el campo, a tener un lindo apartamento decorado a la última, olvidamos que deseábamos jugar a que nos hicieran cosquillas, antes que pasar todo el día sentados en una cafetería con una panda de desconocidos criticando al resto de los ausentes del grupo. Olvidamos que preferimos oler el perfume de una flor a mostrar a nuestros invitados nuestro precioso equipo de alta fidelidad con dolby surround incluido con todo tipo de prestaciones. Es aquí donde nace el problema, en nuestra percepción de lo que es realmente la felicidad, el disfrutar, y que proyectamos inconscientemente a nuestros hijos.

Está bien que los niños tengan cosas materiales, de hecho, la vida está hecha de materia por todos los lados, lo que podemos plantearnos es que si queremos que disfruten de lo que tienen o que se dediquen a exclusivamente a acumularlo. La diferencia radica en el hecho de si queremos que nuestros hijos disfruten jugando de veras, o en cambio, lo que más nos importa es que tengan todos los juguetes de moda, pero que no sean capaces de vivir la experiencia del juego y compartirla. Y claro, si juntamos Papá Noel y los Reyes Magos, a nuestros hijos les van ir lloviendo una gran cantidad de regalos que apenas pueden disfrutar y valorar. No parece esta manera ideal de disfrutar de los juguetes recibidos…

Eligiendo los Regalos

La verdad es que parece adecuado que los niños puedan tener deseos y por tanto recibir regalos, los deseos son humanos, los deseos están primero en la imaginación, y después uno necesita ser capaz de crearlos.

El deseo material puede ser resuelto de manera rápida con una tarjeta de crédito, pero hay otros tipos de deseos para los que uno necesita tiempo, recursos, espacio para crearlos, ente ellos el mayor de todos los deseos es el sentirse bien con uno mismo y con la vida, el de ser feliz. Este debe ser el sentido de la Navidad, el disfrutar con la familia, con los seres queridos, tener tiempo para jugar juntos, pero no sólo con juguetes sino con aquellos juegos que podemos crear conjuntamente con nuestros niños interiores y nuestros hijos.

En estas fechas es un momento adecuado para acompañarles a disfrutar de generar un deseo, de decidir lo que les apetece teniendo en cuenta sus intereses y aficiones. Pero que no sólo sea el impulso de pedir sin sentir que realmente elije lo que le apetece. Que sea el proceso de acompañarles a elegir y ver a través de su deseo alguna parte de su personalidad que necesita ser expresada y vivida a través del juguete o juego elegido.

En este acompañamiento, además de la importancia de elegir juguetes apropiados a cada momento del desarrollo del niño, el verdadero regalo que fomentará realmente su capacidad de crecer psíquica y emocionalmente mientras juega, es en la compañía de con quien juega. Es por ello que el regalo más grande que pueden regalar Papá Noel y los Reyes Magos a nuestros hijos este año es la oportunidad de tener tiempo disponible y la ilusión que nace del niño que un día fuimos, para realmente crear un espacio inolvidable lleno de complicidad y felicidad. En definitiva, vivir juntos momentos auténticos e irrepetibles para siempre guardados en la memoria emocional familiar.

¿A que a ti también te hubiese gustado recibir este regalo? Ya lo sabéis, ¡pedídselo a Papá Noel o los Reyes Magos, todavía estamos a tiempo!