La Navidad y las relaciones auténticas en familia

La Nostalgia

El otro día hablando con una madre tomando un té, me comentaba “echo de menos como era la Navidad de hace 25 o 30 años cuando yo era pequeña”. Interesada le pedí qué era lo que más echaba de menos, y me respondió de manera contundente y clara. “Éramos mucha familia unida, juntos, mis abuelos, tíos, los primos, padres y hermanos, todo un desmadre de energía humana, preparando la mesa, ayudando en la cocina, toda una serie de Felices Navidades cada vez que una puerta de casa se abría, abrazos, familiares que traían comida que era de tipo “especial” de aquella que solo hacíamos esos días del año, como los canalones de la Tía Marta”.

Ciertamente conforme lo escuchaba, me acordaba también de mi niñez y de una época que ya casi ha quedado en el olvido, donde estábamos varias generaciones a la misma mesa, cada cual, con sus alegrías y sus penas, pero eso sí, todos íbamos a UNA. ¡Y todo el mundo colaboraba en las preparaciones festivas!
Con los años, y en esto estaréis todos los de mi generación o unos años antes o atrás (los que ahora somos padres), vibraremos en la misma sintonía de recuerdos de momentos espléndidos donde nos juntábamos todos en una casa (íbamos cambiando de casa a lo largo de las diferentes festividades), y milagrosamente siempre había lugar para todos, aparecían platos y vasos de lugares donde ni parecía que estuvieran, las sillas también (y si hacía falta cada cual aportaba las suyas propias). Eso sí, la calidez del rato que pasaban antes las familias unidas, y la ilusión de compartir los alimentos, los juguetes, las tradiciones, las conversaciones…todas estas escenas hoy en día, en el momento presente, ¡parece como si hubieran desaparecido!

El presente individual

Algún agujero negro y oscuro las ha podido abducir? ¡No! En todo caso, es responsabilidad de las personas que conformamos parte de los núcleos familiares y de los nuevos estilos de vida que han surgido. Por ejemplo, quien más quien menos se marcha unos días fuera de vacaciones, ¡y ya no podemos ser todos juntos! ¡Quién más quien menos prefiere la tranquilidad de quedarse en casa y no cocinar para un grupo numeroso! Quien más quien menos le parece que con el poco tiempo que nos dejan nuestras “apretadas agendas” no tendremos tiempo de hacer otras actividades que parecería ser que nos llenan de más satisfacción o que nos vienen más de gusto…

De verdad, cuando las abuelas o las tías que todavía se encargan de cocinar para todo el grupo y de mantener las relaciones cercanas y conseguir que compartamos un buen rato en familia, ya no estén, ¿qué pasará?

¿Creéis que la nueva generación cogerá la batuta de esta responsabilidad tan majestuosa y a la vez tan enriquecedora para todos? La responsabilidad de Unir, de Crear Calidez, de encontrar espacios en común, de seguir manteniendo tradiciones familiares y de hacer única, la manera como cada cual vivimos estos días de fiestas navideñas y de reyes.

Si bien es cierto que hace 30 años atrás, no había tantos lujos al alcance de todo el mundo y era la opción más viable, compartir mesa en familia y disfrutar de estar presentes todos durante los ratos convenidos (a cada unidad familiar se celebra Navidad, Sant Esteve, la noche vieja y reyes de manera muy específica y con sus peculiaridades), también es verdad que en la actualidad hemos dejado de poner Amor en los espacios de tradición y relación familiar.

Se mantienen todavía las comidas o cenas festivas, pero a veces la colaboración tanto de tipo predisposición a compartir diálogo, a relacionarse con la familia, y aceptando cada cual tal y como es, a dejar atrás las posibles diferencias o fricciones, todo esto parece cada vez que es más difícil de lograr.
Queremos la Navidad para hacer vacaciones, para relajarnos o para trabajar si ofrecemos servicios por estas fechas, o queremos viajar o queremos….

Queremos COMODIDAD y ESPACIO INDIVIDUAL. Por lo tanto la Propuesta de RELACIÓN donde hay que estar flexible, conjugar necesidades de las dos familias de origen del padre y la madre, y tener en cuenta los espacios de los hijos propios a la vez, sobre todo si ya han crecido y son adolescentes, parece un todo un reto en los tiempos que corren!!!

Relaciones Auténticas

Es bueno mirar atrás para aprender y retomar aquellas tradiciones que a cada cual de nosotros como padres nos hacía feliz de pequeños, sea ir a tomar un helado de turrón o cantar o bailar un villancico en comunión con nuestros seres más queridos.

Las Relaciones de Familia son un tema delicado durante el transcurso de las etapas vitales, puesto que las personas hacemos camino y evolucionamos y el entramado relacional que nos rodea también lo hace, a veces en una línea similar u otras en líneas muy diferenciadas. Sea como fuere, una Relación de Proximidad, de Diálogo, de Compartir vivencias podría decirse que las fiestas navideñas nos invitan a acercarnos a nuestras ilusiones y necesidades, pero a la vez encuentro que el hecho de compartirlas con el entorno vincular afectivo más íntimo, nos aporta unos ratos de alegría y felicidad extra, que bien nos merecemos disfrutar todos y cada uno de nosotros, y a la vez poderlo regalar a nuestros hijos.

Ciertamente os propondría retomar tradiciones y personalizarlas a vuestro cariz más placentero, y en segundo lugar propiciar espacios de relación auténtica, es decir con personas las cuales realmente os sentís familia, pueden ser amigos, vecinos… Se trata de valorar y agradecer cada encuentro, puesto que nunca más se volverá a repetir uno de parecido.

Y respecto a los familiares que no veis tan a menudo, reencontrarse y compartir un rato definido en el espacio tiempo/lugar, para que sea cómodo para todos, nos puede aportar alguna grata sorpresa que no nos esperábamos si mantenemos una mirada positiva de los otros y una actitud de comprensión y de apertura.

En definitiva, si obras tu corazón a una relación auténtica y a las ganas de pasarlo bien en las fiestas, podrás disfrutar de quién eres y de lo que te nutren los tuyos, ¡¡de una manera relajada y a tu estilo propio!!

¡Disfruta auténticamente y relaciónate en las fiestas desde una nueva perspectiva! En el presente, crear nuevos espacios de celebración será la tuya y vuestra decisión, no te cortes, sé tú mismo y regálate mucha paz y estimación.

Los Verdaderos Regalos de la Navidad

Nace la Ilusión: del Deseo a la Realidad Concreta

Cuando un niñ@ tiene un deseo, es porque de alguna manera siente ilusión por conseguir algo. El deseo nos ofrece la posibilidad de ser conscientes de nuestros propios recursos y capacidades para conseguir una meta. El conseguir una meta requiere, o al menos debería requerir, de una dosificación de tiempo, como la paciencia, así como una aceptación de la realidad que nos envuelve, de sus limitaciones, requiere asumir la valentía para mantener la firmeza en la esperanza, y requiere el aprendizaje de ser constante. De esta manera el deseo y la ilusión se expresan de una manera sana y enriquecedora.

Cuando la Navidad llega, está claro que, para los niños aparte de ser una época de divertimento y felicidad, provocadas por las propias vacaciones escolares, es un momento donde sus entornos familiares se vuelcan con ellos, sobre todo desde el punto de vista material.  Desde la sociedad les llegan miles de estímulos, desde meses antes y que les recuerdan las fechas mágicas en las cuales serán inundados de regalos.

¿Pero que nos sugiere esta situación? La mayoría de los niñ@s nacen ya teniéndolo todo a un nivel puramente material, sólo por el hecho de que sus padres necesitan saber que están “haciendo todo lo que pueden” por ellos, así de esta manera se sienten menos culpables de no dedicarles “su precioso tiempo”. ¿Para qué tantos juguetes? El niño necesita tiempo y al niño de hoy le sobran cacharros con lo que jugar, todo tipo de cachivaches tecnológicos, le sobran actividades por hacer en su rutina diaria, les sobran relaciones superficiales, ropa, material de todo tipo. El niño de hoy en día se encuentra sobresaturado de todo esto y lo único que realmente desea si se pudiese encararse al adulto y decirle “oye por favor, yo lo único que realmente necesito es que me escuches, que te inventes un cuento que sea único para que pueda imaginármelo, que me des un abrazo al llegar a casa, que cuando te diga que me gusta pintar lunas, te sientes a mi lado y las pintemos juntos, porque en realidad a mi no me importa si pinto en un papel de mayor calidad, sino lo único que deseo es que dejes llevar tu mano desde tu corazón y que traces una línea y que riamos juntos porque quizás ya no te acuerdes de pintar lunas, porque quizás te salen mejor los soles y entonces nos miremos a los ojos y decidamos dibujar un paisaje nuevo y pintemos un bosque con duendes de colores”.

 ¿Qué quieren nuestros hijos?

Nuestros peques saben lo que quieren, lo que les ocurre es que nosotros les confundimos, porque hace un tiempo, nosotros los adultos, cuando desconectamos de nuestro niño interior, olvidamos que preferíamos disfrutar de una tarde de sol en el campo, a tener un lindo apartamento decorado a la última, olvidamos que deseábamos jugar a que nos hicieran cosquillas, antes que pasar todo el día sentados en una cafetería con una panda de desconocidos criticando al resto de los ausentes del grupo. Olvidamos que preferimos oler el perfume de una flor a mostrar a nuestros invitados nuestro precioso equipo de alta fidelidad con dolby surround incluido con todo tipo de prestaciones. Es aquí donde nace el problema, en nuestra percepción de lo que es realmente la felicidad, el disfrutar, y que proyectamos inconscientemente a nuestros hijos.

Está bien que los niños tengan cosas materiales, de hecho, la vida está hecha de materia por todos los lados, lo que podemos plantearnos es que si queremos que disfruten de lo que tienen o que se dediquen a exclusivamente a acumularlo. La diferencia radica en el hecho de si queremos que nuestros hijos disfruten jugando de veras, o en cambio, lo que más nos importa es que tengan todos los juguetes de moda, pero que no sean capaces de vivir la experiencia del juego y compartirla. Y claro, si juntamos Papá Noel y los Reyes Magos, a nuestros hijos les van ir lloviendo una gran cantidad de regalos que apenas pueden disfrutar y valorar. No parece esta manera ideal de disfrutar de los juguetes recibidos…

Eligiendo los Regalos

La verdad es que parece adecuado que los niños puedan tener deseos y por tanto recibir regalos, los deseos son humanos, los deseos están primero en la imaginación, y después uno necesita ser capaz de crearlos.

El deseo material puede ser resuelto de manera rápida con una tarjeta de crédito, pero hay otros tipos de deseos para los que uno necesita tiempo, recursos, espacio para crearlos, ente ellos el mayor de todos los deseos es el sentirse bien con uno mismo y con la vida, el de ser feliz. Este debe ser el sentido de la Navidad, el disfrutar con la familia, con los seres queridos, tener tiempo para jugar juntos, pero no sólo con juguetes sino con aquellos juegos que podemos crear conjuntamente con nuestros niños interiores y nuestros hijos.

En estas fechas es un momento adecuado para acompañarles a disfrutar de generar un deseo, de decidir lo que les apetece teniendo en cuenta sus intereses y aficiones. Pero que no sólo sea el impulso de pedir sin sentir que realmente elije lo que le apetece. Que sea el proceso de acompañarles a elegir y ver a través de su deseo alguna parte de su personalidad que necesita ser expresada y vivida a través del juguete o juego elegido.

En este acompañamiento, además de la importancia de elegir juguetes apropiados a cada momento del desarrollo del niño, el verdadero regalo que fomentará realmente su capacidad de crecer psíquica y emocionalmente mientras juega, es en la compañía de con quien juega. Es por ello que el regalo más grande que pueden regalar Papá Noel y los Reyes Magos a nuestros hijos este año es la oportunidad de tener tiempo disponible y la ilusión que nace del niño que un día fuimos, para realmente crear un espacio inolvidable lleno de complicidad y felicidad. En definitiva, vivir juntos momentos auténticos e irrepetibles para siempre guardados en la memoria emocional familiar.

¿A que a ti también te hubiese gustado recibir este regalo? Ya lo sabéis, ¡pedídselo a Papá Noel o los Reyes Magos, todavía estamos a tiempo!

Presentación

Como directora del Centro de Psicología Integradora Mireia Vilaseca, con más de catorce años de experiencia en acompañar familias en el enriquecedor camino de la aceptación y del bienestar, trabajando tanto en sesiones individuales o grupales, me he decidido a escribir este blog. Es ahora cuando desde la experiencia y adquirida la perspectiva necesaria me veo con las ganas e ilusión de compartir parte de todo aquello que durante todo este tiempo hemos ido construyendo poco a poco, y que gracias a toda la querida gente que hemos podido conocer y que han pasado por nuestro centro nos han permitido realizar este maravilloso proyecto de despertar la consciencia en cada uno de los miembros de las familias. ¿Qué es la consciencia? Más allá de la moda ‘new age’ en la cual nos repiten constantemente esta palabra, a veces de manera vacía, la consciencia es un estado que simplemente nos permite el poder ver con claridad, quien eres tú, quienes son los demás y sobre todo nos permite relacionarnos con naturalidad haciéndonos responsables de nuestros procesos de cambio individual y familiar (a nivel de emociones, pensamiento y comportamiento).