Viviendo para la sociedad o para uno mismo: Autoconocimiento y asertividad en familia

Los humanos somos seres sociales. Estar bien adaptado a la vida en sociedad es muy beneficioso para todos nosotros. Sin embargo, en ocasiones buscamos ajustarnos tanto a la sociedad que nos perdemos de vista a nosotros mismos sin ser conscientes de ello. En el mundo moderno del rendimiento y la inmediatez no tenemos tiempo para escucharnos. Así, no es nada extraño que nos sigamos sintiendo vacíos aun teniendo la vida que se supone que deberíamos tener y sin saber por qué. En este artículo veremos por qué ocurre esto y cómo podemos volver a conectar con nosotros mismos, lo que nos permitirá ser más asertivos y mejorar nuestras relaciones emocionales en familia.

Hace no tanto tiempo, el alcance de nuestra imagen personal llegaba tan solo a nuestro círculo más cercano. Como mucho, nos conocía “todo el pueblo”. La influencia de la sociedad era muy importante, pero nuestra exposición ante los demás era limitada. Ahora vivimos en la era de la comunicación y la exposición pública. Es una vía de dos direcciones. Por un lado, recibimos constantemente mensajes sobre cómo debe ser nuestra vida, qué es el éxito y cuál es el camino de la felicidad. Por otro lado, las redes sociales permiten que nuestras vidas puedan ser examinadas en función de ese canon impuesto.

Las Redes Sociales no son las principales responsables

Entonces, ¿el problema son las redes sociales y los medios de comunicación? Si no utilizo las redes sociales, ¿puedo librarme de ese canon impuesto? Realmente, no. Y es que, como ocurre en numerosas ocasiones, nuestro peor enemigo podemos ser nosotros mismos. Somos nosotros mismos quienes nos comparamos, nos juzgamos y nos dejamos de lado; independientemente de que tengamos redes sociales o no. Pero, si podemos ser nuestros peores enemigos, ¿por qué no ser nuestros mejores amigos?

Resulta que, en las prisas por ser “alguien en la vida”, dejo de ser “yo”. Estamos inmersos en una carrera en la que se supone que debemos ir cumpliendo etapas: estudio, termino una carrera, un máster (o mejor dos), ¿por qué no un doctorado?, conozco al amor de mi vida, me caso, tengo dos hijos (la parejita), un perro de anuncio, un chalet a las afueras con jardín y piscina, alcanzo el máximo éxito laboral, mantengo una figura estupenda, etc. Y en el camino por conseguir esas metas que otro nos puso ahí nos dejamos la salud, el bienestar y nuestro propio camino. Es el momento de parar.

¿Qué tipo de éxito estás persiguiendo?

La sociedad moderna nos ha convencido de que el camino al éxito se hace en bici: si te paras, te caes. Pero, ¿acaso la vida es una contrarreloj? ¿Contra quién compites? No pasa nada por bajarse de la bici, respirar hondo, contemplar el paisaje a nuestro alrededor y escucharse a uno mismo. Pregúntate: “¿hacia dónde estoy pedaleando?”, “¿es la meta que realmente quiero o es la que se supone que debo alcanzar?”, “¿es necesario que siga dando pedaladas mientras me arden las piernas?”.

En algunos países nórdicos es natural que los jóvenes se tomen un año sabático antes de decidir su carrera universitaria. Este año lo pueden dedicar a realizar trabajos como ayudantes en otros países, a aprender un nuevo idioma o simplemente a viajar y conocer mundo. Lo que están haciendo realmente es detenerse y escucharse para conocerse mejor y tomar una decisión basada en el autoconocimiento.

¿Cómo puedes ponerlo en práctica?

Seguramente no tengas la oportunidad de paralizar tu rutina durante un año completo. Pero es suficiente con que te guardes unos minutos al día para ti mismo/a. Aprovechar al menos un momento al día para hacerte las preguntas pertinentes y escuchar tus propias respuestas. Escucha tu cuerpo: el cansancio, los dolores o el estrés. Piensa en las cosas que te gustan y en tus objetivos. Haz dos listas de metas y objetivos personales: en la primera describe que es lo que percibes que los demás esperan de ti, mientras que en la segunda recoges lo que tú genuinamente deseas y esperas de ti misma como persona. Compara ambas listas y reflexiona sobre cuál se acerca más al camino que estás recorriendo ahora mismo y qué dirección te gustaría seguir a partir de ahora.

Detener la rueda y romper con el bucle da vértigo. No es fácil. Pero con estas pequeñas acciones podemos acercarnos a conectar con nosotros mismos y vivir en mayor armonía con nuestras familias.